No decidí montarme en esta mente

La sensación que tienes al subir en una montaña rusa es de vértigo, adrenalina, angustia, excitación, vacío… pero confías en que ninguna viga se desprenderá, por lo que bajo tanto miedo se esconde la seguridad.

Serán unos minutos, después ves la foto en el mostrador, te ríes de cuando casi devuelves la comida y te vas. Así funciona.

Ahora imagina que nisiquiera querías subir. De repente estás en un vagón de seguridad cuestionable y antes de que acabes de leer esto, ya estará en marcha, sin posibilidad de retroceso.

Continua ejercitando tu imaginación. ¿Recuerdas las emociones antes mencionadas y esa confianza que te protege? Pues en esta atracción puede que falten tramos. No conoces su recorrido ni su duración. Quien sabe cuántos minutos estarás cayendo al vacío, cuántas vueltas te esperan antes de la recta. Quien sabe si después de ascender, en vez de la bajada te encuentras la nada; un hueco lo suficientemente grande como para colarse tu vagón, y tú con él; y a la mierda la esperanza de que acabase el trayecto, porque te espera el suelo y este no tiene remordimientos a la hora de partirte en dos.

Pienso que eso es lo peor. Pero que no saber cuándo acabará o la impotencia de no haberte sentado por voluntad propia. Lo peor es verte víctima de tantas -demasiadas- emociones y no tener la certeza de que todo está controlado. Porque se puede soltar un tornillo en cualquier momento, o puede que el camino esté mal trazao y seas tú quien acabe mal parada.

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A les 10 ja no podia tornar

La Mònica feia estona que esperava, plantada a prop de les vies, massa nerviosa com per assentar-se al banquet. Els canvis cal rebre’ls en posició de carrera, amb el cos a punt, i el seu canvi més important en anys arribava a les 9:52

17º en gener no era normal. Per molt privilegiada que sigui València pel clima mediterrani, açò era el canvi climàtic riguin-se de nosaltres; encara que la humitat continuava calant-te als ossos.

Podria dir-se que els ull de Mercè tenien massa humitat.

Mònica portava un barret negre que li amagava la curta melena; un jersei també negre, de coll alt, pegat al cos, deixant somiar a qui observava en deteniment quantes promeses li farien a cada raconet; les cames curtes es refugiaven baix un pantaló amplot; la delicada mà, amb ungles que declaraven signes d’ansietat, s’aferrava a una maleta a la que semblava que protegia amb la vida mateixa.

Era clar que feia un viatge i que a la maleta portava allò indispensable, però no semblava tan segura de voler fugir lluny quan tenia tant de por d’abandonar el passat.

La Mercè possiblement no s’amagava allà dins, però tots els records se’ls emportava, i li pesaven tant que als ulls penjaven dos tristes ulleres.

Mònica volia tant esborrar les fotos com tornar al llit de Mercè, però no podia fer cap de les dues, per defensa personal, per no deshidratar-se.

Qui li hauria dita ella que acabaria amb agulles al cor. Ella, que es dedicava a regalar petons i furtar somnis alhora. Que ballava en tu per fer-te sentir especial i acabava trencant-te un dit. Ella, que jugava amb tothom com jugava amb les lletres, per trobar-ne alguna raó de ser.

Tal volta ho feia en busca d’algú que li fera sentir el mateix: tant amor i tant vuit al mateix bes.

I arribà Mercè, i li trencà les calces a més dels dits, i li furtà hores de somni perquè entrellaçar-se al llit era més divertit.

Foren com dues explosions, cada una amb més nombres de morts que l’altra. A vorer qui feia més mal. Fins que de tant jugar amb foc es cremaren de veritat.

Ara Mònica té la mà tan plena d’ampolletes que li cou al estimar-se. De la Mercè diuen que s’intoxicà amb el fum i ara sembla un cigarret amant.

9:53. Se li ha caigut el barret i no l’ha arreplegat.

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La creatividad que rompía corazones

Solo hay una experiencia peor que enamorarse de una persona, y es enamorarse de la creatividad, porque implica directamente enamorarte del arte y esto duele.

Cuando te enamoras de la creatividad la necesitas en tu cama, pero esta vendrá cuando le venga en gana. Le da igual que mueras por darle un beso, la creatividad es egoísta. Y a veces te llama a las cuatro de la madrugada aunque hayas estado todo el día esperándola.

Si te demuestra amor, no la creas, porque te está utilizando. Eres su medio, su máquina, para alimentarse de tus cenizas, tu arte. Ella viene, le lloras versos, compones orgasmos y se crece. Se crece porque sabe que la necesitas para maltratarte (a ti mismo) o hacer saber cuánto te duele.

La creatividad no es tonta, tiene su estrategia y siempre funciona.

Primero te hace pensar que estará siempre que la llames. La tienes a tus pies, y pintas flores y escribes con bolis de colores.

Luego empieza a llegar tarde y poner excusas para irse antes, dejándote con el calentón. Y quién arregla ahora ese desastre.

Entonces le lloras, le suplicas que vuelva, que vas a explotar porque no puedes con tanto amor. Y ella baila con tu dolor y se masturba con tu pena. Porque sabe  que ya eres un adicto más a su propia nicotina, también llamada arte.

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Hay versos más libres que tú

La rosa más bella también pincha y la Luna nunca estará a nuestro alcance.

Los poetas se mueren al primer verso y tú los devoras a sangre fría.

Tú bailas sobre tacones, pinchándome cada dedo, pisándome cada intento de seguirte el compás.

Me arrastro entre retales de bragas y callas que todo era una estrategia para hacerme dudar.

Quién dijo que la poesía tiene barreras, límites, si yo he visto versos más libres que muchas personas.

Porque paso de enlazar mis ideas más allá de una tormenta. Y paso de normas o de querer a tientas.

Si les encuentras sentido alguno, házmelo saber. Si le encuentras sentido a ella, guárdate el secreto (me gusta desordenada, como la poesía).

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Divendres nit a un parc del Carme

Ens recorríem el Carme per fer temps abans de sopar. Baixant tot cavallers, creuant carrers que no sabíem on conduirien. «Ara per aquest, que pareix més bonic» «Alah! Mira quina pintà!»
Ens recorríem el Carme, agafats de la mà, com si els meus dits intentaren llegir els teus. I tu em llegies els llavis. I jo a vegades besava els teus.
Novembre calorós a València, es palpa a les terrasses plenes. Però mai farà tanta calor com per no voler calfar-nos el pit.
Divendres nit a un parc del Carme, acariciant-te, per ser conscient de que estàs ahí. No tant com una presència física, sinò un «estar» més transcendental. Estar els dos al mateix silenci, al mateix postbeso, al mateix «no vull que acabe mai».
Estar divagant entre històries que es comencen però mai s’acaben, perquè una porta a altra, i l’altra a «per què et deia això?»
Ja no estic al Carme, encara que siga de nit. Estic a soles, encara que m’acompanyes a la llibreta. I estic dormint-me, molt al meu pesar; perquè si demà desperte seria asimilar que hui ja és passat.
I tú sempre seràs present.

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Tequila

No me importa que le pises los pies a otras, igual que me los pisas a mí.

No me importa no ser el único perfume que guardan tus sábanas, o el único domingo de estudiarnos anatonuestra.

No me importa cuántos »buenos días» hayas regalado, o cuántos recibas. Porque pudiendo ahogarte en cualquier beso, has elegido el mío. Y me has hecho más tuya que nunca dejándome ir, queriendo quedarte.

Si tienes 20 dedos es para hurgar en más de un corazón. Y dejar marca, y echar limón y sal en cada herida que has abierto, y llamarte tequila: porque quemas al tragar, sin embargo sigo haciéndolo.

Quédate, si quieres.

Llámame, si lloras.

Bésame, si buscas

salir de la rutina.

Pero no esperes que te retenga.

Tengo rotos los dedos y no puedo soportar más pájaros.

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Mujer

Mujer, tantas veces musa,

que también eres artista pero poco nombre te dan.

Mujer, tantas veces bruja,

que el miedo de otros intentó hacerte débil

Mujer, tantas veces lucha,

tantas veces levantando puño y voz en contra de las hogueras

de quienes nos callan

de quienes nos ciegan.

Por defender nuestra vida,

la de nuestras hermanas

y de tantas otras que un día sacrificaron su nombre

para darnos uno digno.

Mujer, tantas veces tuya y todas a la vez.

La revolución será feminista o no será

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Puta artista

Lo malo de que seas mi musa es que cada vez que leo un poema, parece escrito para ti.

Como si otros versos se escapasen de mi mente para caer en libro ajeno y recordarme cuánto dominas la poesía.

Y me duelen las metáforas, casi tanto como tus besos de 92º en mis heridas, porque tú entera eras una. Eras la luz que calla la oscuridad, el escalofrío de una cama medio vacía que te robó el olor. Eras llorar con la punta de los dedos y llorar en un redoble de pecho.

Sí, eras musa y arte a la vez. Pero, ¿lo fui yo alguna vez? ¿Fui fantasma de algún poema o canción prohibida? ¿Fui la marca del lápiz, insistente, que cuando intentas borrarla sigue asomando?

No lo sé, y dudo llegar a saberlo. Porque tal vez pensaba que te había calado hondo, pero tenías doble fondo.

O tal vez más que un poema fui una frase de sobre de azúcar, que pasó como una hoja más que cae en mitad del otoño.

Hay versos tan bonitos que me ponen triste, como muchas personas. Hay versos que duelen tanto que los releo una y otra vez; porque me fascina el poder de las palabras que, aunque escritas por otra persona, expresan totalmente tus nudos en la garganta.

Musa, poema, poetisa, verso… infinitas formas y todas recaen sobre ti.

Sin embargo, yo me conformo con que recuerdes mis caricias. Siempre que no te duele, siempre que sea como la puta artista que te comió a versos.img_8732

Habrá poesía

Si no he vuelto a escuchar esa canción es porque me gustaba que la cantases tú.

Y hace meses que miramos en idiomas diferentes.

Llevo días pensándote y demasiadas noches soñándote.

Y he vuelto a creer en los fantasmas desde que te noto cerca.

Que te recuerdo tormenta,

huracán y

última calada.

Piel de gallina,

café recién hecho y

un beso de despedida en nuestra estación de metro.

Que me comía los domingos donde te comía a besos.

Y ahora muero de hambre a base de fotos viejas.

Invierno de coger el último metro, de tumbarnos en un parque a pesar del frío.

De recitarte poemas de los que fuiste musa y divagar en un constante »ojalá».

Cuántos versos te habré dedicado y cuántos más te dedicaré. Donde manifiesto que no te olvido, pero tampoco quiero hacerlo.

Quiero leerte como brisa de mar, no como cuchillo afilado.

Porque,

mientras exista una mujer hermosa en mi cabeza… habrá poesía.

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Los silencios que sabían amar

¿De qué sirve hablar cuando boca y mirada no están compaginadas?

¿De qué sirve pedirle al tiempo que avance cuando tu mente te grita un momento de pausa?

Hablar es sentir y nosotros solo movemos la boca. Por miedo a hacernos alguna herida, pensamos sin expresarnos.

Pero tus ojos me han contado más secretos de los que nunca quisiste contarme. Me han demostrado que amas, que temes, que dudas y que tienes bombas en tu cabeza.

Tu silencio me dijo »te quiero y no quiero separarme de ti», pero tus labios dijeron »es tarde, tengo que irme»

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